Fotovoltaica logra récord histórico en potencia instalada y supera a la eólica en capacidad acumulada

campo de paneles solares

La fotovoltaica ha superado a la eólica en potencia instalada en España. Era cuestión de tiempo, pero que se haya materializado este sorpasso no lo hace menos significativo. Con

Durante años, la eólica ha liderado el crecimiento renovable, consolidándose como la principal fuente limpia de generación. Sin embargo, la aceleración de la fotovoltaica era inevitable. La reducción en los costos de los módulos, la rapidez en la ejecución de proyectos y la apuesta regulatoria han impulsado su expansión hasta convertirla en la nueva protagonista del sistema.

Pero este hito abre un debate más amplio: ¿qué significa realmente para el sector que la fotovoltaica tome la delantera? Más allá de los números, hay implicaciones técnicas y estratégicas que definirán el futuro del mercado energético en España.

Desde la estabilidad del sistema hasta la integración del almacenamiento, pasando por los nuevos modelos de desarrollo y operación de las plantas, este cambio plantea desafíos y oportunidades que merecen un análisis detallado.

La evolución del mix energético en España

El sistema eléctrico español ha vivido una transformación profunda en las últimas dos décadas, con las energías renovables ganando terreno hasta convertirse en la base de la generación. Este cambio no ha sido homogéneo: cada tecnología ha tenido su propio ciclo de crecimiento y consolidación.

La eólica fue la gran protagonista de la transición renovable durante los años 2000 y 2010. Su madurez tecnológica, junto con un marco regulador favorable y la estabilidad de sus curvas de producción, le permitió convertirse en la principal fuente de generación renovable.

Durante años, su desarrollo fue la prioridad, hasta el punto de que en 2020 se posicionó como la tecnología con mayor potencia instalada en el país.

La fotovoltaica, en cambio, tuvo un desarrollo más irregular. Tras un fuerte despegue inicial a finales de los 2000, sufrió un parón por la retirada de incentivos y la inestabilidad regulatoria. Sin embargo, la caída de costes en los últimos años, unida a la agilización en los procesos de instalación y conexión, ha impulsado su crecimiento de manera exponencial.

La diferencia con la eólica es clara: mientras esto requiere plazos largos de desarrollo y un complejo proceso de transformación, la fotovoltaica permite una mayor flexibilidad en la ejecución de proyectos, lo que ha acelerado su despliegue.

La consecuencia de esta evolución es el hito actual:  . La diferencia es mínima en términos numéricos, pero marca un punto de inflexión en el mix energético español.

Más allá de la estadística, lo relevante es que la fotovoltaica no solo ha alcanzado a la eólica, sino que continuará ampliando la brecha en los próximos años.

Su crecimiento proyectado es mucho más alto, lo que anticipa un nuevo escenario donde la gestión de la intermitencia y el almacenamiento pasarán a ser los desafíos clave.

¿Qué ha impulsado este sorpasso?

El dato es claro: la fotovoltaica ha superado a la eólica en capacidad instalada en España. Pero detrás de este hito hay algo más que simple acumulación de megavatios. Lo que estamos viendo es el resultado de un cambio estructural en el sector energético, impulsado por factores estratégicos que han inclinado la balanza a favor del sol.

No ha sido casualidad ni un crecimiento orgánico sin dirección. La pregunta clave es: ¿qué ha hecho que la fotovoltaica haya logrado este avance y, más aún, que sea prácticamente imposible que la eólica vuelva a recuperar la delantera?

Coste y eficiencia: la ecuación que lo ha cambiado todo

Si hay un factor que ha reconfigurado el tablero, es la brutal caída en los costes de la fotovoltaica. Hace apenas una década, instalar un parque solar requeriría una inversión muy superior a la de un parque eólico.

Hoy la situación es la opuesta. El precio de los módulos solares ha descendido más de un 80% en los últimos diez años, un descenso imparable que ha hecho que la fotovoltaica sea, en muchos casos, la opción más rentable dentro de las renovables.

Pero no solo ha sido cuestión de costes. La eficiencia de los paneles también ha avanzado a pasos agigantados.

Mientras que hace unos años una instalación solar necesitaba mucha más superficie para generar una cantidad determinada de energía, hoy los avances en la tecnología han permitido que se extraiga más rendimiento de cada metro cuadrado.

Eso significa que los proyectos fotovoltaicos no solo han bajado su coste, sino que además generan más electricidad en las mismas condiciones, acelerando su competitividad frente a otras tecnologías.

Agilidad en la instalación: cuando la velocidad importa

Aquí está una de las claves estratégicas que han consolidado el dominio de la fotovoltaica. Mientras que desarrollar un parque eólico es un proceso que puede tardar años, con estudios ambientales complejos, permisos que se eternizan y una construcción que requiere una logística considerable, un parque fotovoltaico se puede levantar en cuestión de meses.

Esa rapidez de ejecución ha sido determinante. En un entorno donde la demanda de energías renovables ha crecido exponencialmente, la tecnología que pueda desplegar capacidad más rápido es la que terminará dominando.

Y ahí la eólica ha quedado en desventaja. La fotovoltaica ha podido captar los incentivos de forma más ágil, responder a la demanda del mercado con mayor rapidez y, sobre todo, seguir creciendo sin los cuellos de botella que han frenado a otras fuentes.

Además, la flexibilidad de ubicación ha sido un punto a favor. Mientras que los parques eólicos requieren emplazamientos específicos con un recurso eólico estable y suficiente, la fotovoltaica ha demostrado ser más versátil, pudiendo instalarse en terrenos que no necesariamente necesitan cumplir con tantas exigencias ambientales y técnicas.

Impacto en el mercado eléctrico

El reciente adelantamiento de la fotovoltaica sobre la eólica en términos de potencia instalada en España no solo representa un cambio en las cifras, sino que también conlleva implicaciones significativas para el mercado eléctrico nacional. Este nuevo escenario plantea oportunidades y desafíos que deben ser analizados desde una perspectiva estratégica.

Mayor generación renovable, pero con desafíos de integración

El incremento de la capacidad instalada de parques fotovoltaicos ha llevado a una mayor penetración de la energía solar en el mix energético. En 2024, la energía renovable cubrió el

Sin embargo, la naturaleza intermitente de la energía solar plantea desafíos para la estabilidad del sistema eléctrico. La variabilidad en la generación debido a factores climáticos requiere soluciones efectivas para garantizar un suministro continuo y fiable.

En este contexto, el desarrollo de tecnologías de almacenamiento de energía, como las baterías de gran capacidad, se vuelve esencial para gestionar la intermitencia y asegurar la estabilidad de la red.

Cambio en el perfil de producción horaria

La creciente participación de la fotovoltaica ha modificado el perfil de producción horaria en el mercado eléctrico. Durante las horas centrales del día, cuando la irradiación solar es máxima, la generación fotovoltaica alcanza picos significativos, lo que puede provocar una disminución de los precios de la electricidad en esas franjas horarias debido al exceso de oferta.

Este fenómeno, conocido como el «efecto caníbal», puede afectar la rentabilidad de los parques fotovoltaicos y de otras tecnologías de generación. Para mitigar este impacto, es crucial implementar estrategias que permitan desplazar la energía generada a momentos de mayor demanda y precios más altos.

El almacenamiento de energía y la gestión de la demanda emergen como herramientas fundamentales para equilibrar la oferta y la demanda, optimizando el valor de la energía producida.

Competencia entre tecnologías renovables

La fotovoltaica y la eólica, aunque ambas son fuentes renovables, presentan características diferentes que las hacen complementarias en el sistema eléctrico, aunque se está sumando almacenamiento para añadir estabilidad.

 

La coexistencia de ambas tecnologías en el mix energético es esencial para diversificar las fuentes de generación y reducir la dependencia de una sola tecnología. Esta complementariedad contribuye a una mayor resiliencia del sistema eléctrico y facilita la integración de una mayor proporción de energías renovables.

Más que un avance: un cambio estructural

Lo que estamos viendo no es solo un sobrepaso puntual. Es un cambio estructural en la mezcla energética española. La fotovoltaica ha tomado la delantera y lo ha hecho con un margen que solo va a seguir ampliándose.

Su capacidad de crecimiento, su competitividad económica y su flexibilidad la han convertido en la tecnología dominante de esta nueva fase de la transición energética.

Ahora el debate ya no es si la eólica podrá recuperar el liderazgo—porque la respuesta es que no lo hará—sino cómo el sistema gestionará el predominio de la fotovoltaica.

La clave en los próximos años no será quién instale más capacidad, sino cómo se resuelven los desafíos que vienen con este nuevo escenario: almacenamiento, gestión de la intermitencia y estabilidad del sistema eléctrico. La verdadera batalla empieza ahora.